México ocupa el penúltimo lugar en consumo de lectura entre 108 países del mundo; en promedio, un mexicano lee menos de tres libros al año, en comparación con Alemania donde la cifra se eleva a 12, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
El número de libros leídos al año es de 2.94 por persona y, aunado a ello, también disminuyó la asistencia a bibliotecas.
Lo que es peor, año con año disminuye el número de lectores de libros en México, sobre todo entre la población infantil.
De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura 2012, realizada por la Fundación Mexicana para el Fomento de la Lectura, AC, se observó una disminución del 10 por ciento en el número de lectores de libros, de 2006 a 2012, lo que significa que más de la mitad de la población no lee libros.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Prácticas de Lectura 2006, realizada por el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y la Secretaría de Educación Pública (SEP), indicó que cerca de la tercera parte de los entrevistados afirmó leer sólo 2 horas o menos a la semana y poco más de la quinta parte, 21.3 por ciento, entre tres a cinco horas, mientras que 16 por ciento aseguró que lee de 6 horas a más.
Poco más de la mitad, 54.3 por ciento, declaró no haber comprado al menos un libro al año y cerca de la tercera parte, 29.4 por ciento, expresó que compró de uno a cinco libros; en tanto, sólo uno de cada 10 respondió adquirir de seis o más libros al año.
“La lectura es una actividad irremplazable para desarrollar a niñas, niños, adolescentes y adultos productivos y activos, cualquiera que sea el soporte de los escritos, por lo que es imprescindible contar con políticas de Estado a su favor, a fin de beneficiar a la población”, aseguró el diputado Fernando Uriarte Zazueta
Por ello, destacó que se requieren desarrollar programas específicos que promuevan y apoyen el hábito de la lectura, así como estimular a padres y maestros a promoverla, además de equipar escuelas a través de bibliotecas escolares y de aula, poniendo a disposición de los alumnos una amplia variedad de títulos de acuerdo a su edad.